• Más de 550 vidas han sido arrebatadas en varios municipios del estado.
• Ningún legislador(a) ha presentado un punto de acuerdo o exhorto sobre la violencia en Chiapas.
Gran parte del pueblo de Chiapas está sufriendo.
La sangre de hermanas y hermanos chiapanecos tiñe las calles, mientras senadores, senadoras, diputadas y diputados guardan un silencio cómplice. Un silencio que ensordece, mientras más de 550 vidas han sido arrebatadas en varios municipios, incluyendo feminicidios y magnicidios como el del padre Marcelo, señaló Willy Ochoa, activista y promotor de la paz en Chiapas.
Para Ochoa, las curules y escaños que en el pasado servían para alzar la voz hoy se utilizan solo para levantar el dedo. Legisladores que, con facilidad, traicionan la historia de un pueblo oprimido. “¿Cómo iba a cambiar la situación si los mismos de siempre han ocupado esos escaños por casi veinte años?”, cuestionó Ochoa. “Por eso, en Chiapas todo sigue igual.”
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La escalada de violencia en Chiapas es el resultado de un sistema político que ha dado la espalda a los más vulnerables y a los más pobres. Es indignante, afirma Ochoa, que quienes fueron elegidos para representar “al pueblo” lo traicionen con su silencio. Teniendo la oportunidad de alzar la voz desde las tribunas más altas del país, para presentar un punto de acuerdo, un exhorto o hacer comparecer a secretarios, prefieren ignorar lo que ocurre en Chiapas, actuando como si nada estuviera pasando.
La realidad que enfrentan a diario trabajadoras, campesinos e indígenas es invisibilizada por quienes se pavonean en los pasillos del poder. Casos como el asesinato de la pequeña Liliana “N” en Tuxtla Gutiérrez o el joven Abraham González en Copainalá son testimonio de la crisis, el silencio y la complicidad a cambio de favores y cargos políticos.
Basta de discursos vacíos, de poses y promesas huecas. El pueblo chiapaneco necesita legisladoras y legisladores valientes, con criterio propio, capaces de opinar, de alzar la voz, de dialogar y construir acuerdos. Menos grilla y más política, menos botaneros y más políticas públicas; más estudio y menos rollos es lo que necesita Chiapas.